Pavló Grod: el bienestar mundial depende del éxito de Ucrania

Pavló Grod, Presidente de la CMU

Mientras la élite mundial se reúne en el Foro Económico Mundial de Davos y somos testigos de cambios políticos tectónicos en Estados Unidos, Ucrania se prepara para afrontar el tercer año desde que comenzó la cobarde invasión a gran escala de Rusia. La reunión de este año en Suiza, cuyo objetivo es encontrar formas de resolver los desafíos globales y estimular el crecimiento económico, debe reconocer que una victoria de Ucrania es vital no sólo para la estabilidad regional, sino también para la recuperación económica y la prosperidad globales.

El ataque de Rusia a Ucrania no se trata sólo de apoderarse de territorio, es un intento descarado de destruir el estado y la identidad nacional de Ucrania. Este conflicto es parte de una confrontación más amplia con Occidente. Rusia ve la ocupación de Ucrania como un paso crucial para recuperar su dominio perdido y su «liderazgo global», del que cree que fue despojado injustamente tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.

Esta guerra es un ataque al orden internacional existente y a la unidad de las naciones democráticas, y un intento de regresarnos a todos a una era lejana de imperios y esferas de influencia donde los fuertes dictaban condiciones a los débiles. La naturaleza global de este conflicto enfatiza la necesidad de una respuesta conjunta decisiva por parte de los Estados democráticos. Su incapacidad para resistir eficazmente la agresión rusa en Ucrania ya ha envalentonado a otros regímenes autoritarios, fortaleciéndolos en la creencia de que, muy posiblemente, tendrán éxito.

Rusia está construyendo activamente alianzas con otros Estados autoritarios (Corea del Norte, Irán, Belarús, Venezuela) mientras disfruta del apoyo tácito de China, que persigue sus propias ambiciones en el Sudeste Asiático. La mayor coordinación entre estos regímenes es una preocupación grave. En 2024, Corea del Norte aumentó significativamente su participación en el conflicto y envió tropas regulares para ayudar a Rusia de conformidad con un tratado formalizado entre Moscú y Pyongyang. Recientemente, Rusia concluyó un acuerdo similar con Irán.

Los regímenes autoritarios no necesitan mercados libres, sociedades abiertas o competencia, elementos que han apuntalado la prosperidad de las democracias desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La elección que enfrenta la sociedad civilizada y la gobernanza democrática es bastante prosaica: o se unen en torno a Ucrania para oponerse a este eje autoritario, o corren el riesgo de perder el mundo tal como lo conocemos. La lucha contra el autoritarismo debe convertirse en el credo de nuestra generación y la piedra angular de la gobernanza global. Al tolerar regímenes autoritarios y normalizar las cosas como siempre, empoderamos a los agresores y erosionamos libertades esenciales para nuestro bienestar colectivo.

La lucha de Ucrania abre una ventana de oportunidad vital para unificar y fortalecer el mundo democrático. Sin embargo, esta ventana de oportunidad no es eterna. Las democracias deben pasar de la defensa a la ofensiva.

La supervivencia y el triunfo de Ucrania y de todo el mundo democrático están inextricablemente vinculados. O nos mantenemos unidos y ganamos, o juntos caemos en la oscuridad autoritaria.

Fotografía: Foro Económico Mundial en Davos